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"Sin grandes cambios, los equipos siguieron atados al esquema 4-4-2 con pocas variantes sobre la posición de base. Muchos equipos europeos siguieron sus habituales planteos defensivos con líbero y algunas marcas personales. Argentina mantuvo permanentemente un programa ofensivo. La selección local, en general, se mantuvo sometida al ritmo que marcaba su volante por derecha que, en un funcionamiento de pistón, siempre predisponía la descarga rápida al mostrarse como receptor; cuatro defensores en el fondo, marcando en zona con sobrante circunstancial y la posibilidad, no muy definida, del adelantamiento de los laterales; un volante central adelante y en el medio de la línea, otro por derecha, puntas cubiertas y dos delanteros, uno de ellos un poco más atrasado. Holanda, finalista, sintió la ausencia de Cruyff y un funcionamiento endurecido en su dinámica", Enrique Macaya Márquez en Mi visión del fútbol.